La floreciente arquitectura panameña


Los sueños de gloria de victoriosas batallas llenaban de felicidad al oscuro dictador de la República de las Bananas, el entregaba a sus fieles chimpancés una palma de coco, con la orden de transformar y modificar el secular cocotal... y fue así que al sueño de la razón, construían monstruos en el cocotal.

Santiago, Veraguas, 17 de noviembre de 2010.— En un silencioso anonimato, sentado frente a una mesa del restaurante Boulevard Balboa, degustando un suculento desayuno; observo el ir y venir de encorbatados burócratas, quienes desayunan en apresuradas conversaciones matutinas. Ellos, tal vez, representan la elite de empleados de la efervescente burocracia capitalina.

Afuera, se extiende el malecón con su novedosa remodelación. Extrañamente percibo en mi mente la presencia de aquella visión de la vieja avenida Balboa. Como si al poner el pie fuera de aquí me encontraría con ese reciente pasado.

Me doy cuenta de que mi educación sobre la estética es conservadora, tal vez debido al estímulo al cual soy sometido continuamente en Italia. Donde las rígidas reglas que las construcciones tienen que conservar ponen un cierto obstáculo con la compatibilidad del ambiente y colocan al centro de las proyecciones arquitectónicas aquellos valores que una buena arquitectura debe enfrentar y desarrollar.

Estas ‘reglamentaciones’ nacen bajo la necesidad de defender algunos patrimonios pertenecientes a la Humanidad, como son el patrimonio histórico, ambiental y paisajista; evitando las especulaciones y la destrucción de estos valores... Además, a través, de una buena ‘reglamentación’, se planifica una armoniosa repartición urbanística, que sea compatible con el ambiente y que permita controlar el caos que el crecimiento demográfico impone a las ciudades modernas.

Es claro que el modelo al cual me refiero es funcional a una cierta educación intelectual y a las necesidades de cada país. Muchas son las formas con las cuales una ciudad se desarrolla, como también son los modos con los cuales viene concebida, porque estas formas y modos son el fruto de la habilidad de sus constructores; de la fantasía creativa de sus arquitectos, como también de la decisión visionaria de sus gobernantes. Y es bajo estas reflexiones que me siento perturbado cuando intento comprender la bella ciudad capital de Panamá. Ella produce dentro de mí sentimientos contradictorios.

Al alzar la mirada y observar las impactantes edificaciones que se están levantando, luce un vigor como si quisieran demostrar que en esta ciudad se anida un gran poder económico, todo proyectado a diseñar nuevos y futuros escenarios; al mismo tiempo al golpe de una mirada, el caos estilístico reina por doquier, confundiendo la atención y despertando en uno la voluntad de renunciar a encontrar un orden a dicho caos urbanístico.

Lo mío es solo preocupación en entender, dar orden a mis reflexiones; aunque sí, en verdad, mi miedo es el encontrarme con lo que vengo llamando desde hace muchos años el efecto Michael Jackson: un genio de la música, un ícono indiscutible, digno representante de la contradicción de la cultura contemporánea. Porque... la genialidad sin reglas crea monstruos que abandonan y transfiguran su propio origen.

Aristides Ureña Ramos (Pintor Panameño)
La Estrella de Panamá - 20 de Nov. de 2010

Foto de Esteban Vásquez.

2 comentarios:

Anónimo | 5 de diciembre de 2010, 11:48

Veo que no son solo ideas, aparentan ser más que eso.

Anónimo | 5 de diciembre de 2010, 11:49

Entiendo...